Para poder ver claramente las disyuntivas a que nos enfrentamos,
debemos primero distinguir entre el aprendizaje y la escolaridad, lo
cual significa separar el objetivo humanístico del maestro del impacto
de la estructura invariante de la escuela. Esa estructura oculta
constituye una forma de instrucción que el maestro o el consejo de la
escuela nunca llegan a controlar. Transmite indeleblemente el mensaje
de que sólo a través de la escuela podrá el individuo prepararse para
la vida adulta en la sociedad, que lo que no se enseña en la escuela
carece de valor, y que lo que se aprende fuera de la escuela no vale la
pena aprenderlo. Yo lo llamo el curriculum oculto de la escolaridad
porque constituye el marco inalterable del sistema, dentro del cual se
hacen todos los cambios en el curriculum.
El curriculum
oculto siempre es el mismo, cualquiera que sea la escuela o el lugar.
Obliga a todos los niños de cierta edad a congregarse en grupos de
alrededor de treinta, bajo la autoridad de un maestro autorizado,
durante quinientas, mil o más horas al año. No importa si el curriculum
esté diseñado para enseñar los principios del fascismo, el liberalismo,
el catolicismo, el socialismo, o la liberación, mientras las institución
reclame la autoridad de definir cuáles actividades son las que
considera “educación” legítima. No importa si el propósito de la escuela
es producir ciudadanos soviéticos o norteamericanos, mecánicos, o
doctores mientras no se pueda ser un ciudadano o doctor si no se ha
graduado. No importa si todas las reuniones ocurren en el mismo lugar
mientras se consideren una asistencia: cortar caña es trabajo para los
cañeros, corrección para los prisioneros, y parte del curriculum para
los estudiantes.
Lo que importa en el currículum oculto
es que los estudiantes aprendan que la educación es valiosa cuando se
adquiere en la escuela a través de un proceso graduado del consumo; que
el grado de éxito de que disfrutará el individuo en sociedad depende de
la cantidad de conocimientos que consume; y que los conocimientos sobre
el mundo son más valiosos que los conocimientos adquiridos del mundo. La
imposición de este curriculum oculto dentro de un programa educativo
distingue la escolarización de otras formas de educación planeada. Todos
los sistemas escolares del mundo tienen características comunes en
relación a su producto institucional, y éstos son el resultado del
curriculum oculto común de todas las escuelas.
Debe
entenderse claramente que el currículum oculto de las escuelas traduce
la enseñanza de una actividad en una mercancía cuyo mercado se
monopoliza por la escuela. El nombre que ahora damos a esta mercancía es
“educación”, producto cuantificado y acumulativo de unan institución
profesionalmente diseñada denominada escuela, cuyo valor puede medirse
por la duración y lo costoso de la aplicación de un proceso (el
curriculum oculto) al estudiante. El graduado de una universidad locuaz y
el que recibe un título de una universidad famosa podrán haber
adquirido 135 créditos en cuatro años, pero están totalmente conscientes
del valor diferencial de su acervo de conocimiento.
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